¿Por qué mi perro no obedece? Mitos, razones y soluciones
Todos hemos escuchado o incluso dicho alguna vez la frase: «Mi perro es muy bueno, pero…». Sin embargo, lo ideal sería eliminar ese «pero» y quedarnos con un rotundo: «Mi perro es muy bueno, y punto.» Porque sí, todos los perros son buenos, aunque a veces presenten comportamientos que pueden hacernos dudar. En este artículo, vamos a explorar una de las dudas más comunes de los tutores: ¿por qué mi perro no obedece, incluso cuando está adiestrado?
¿Realmente está bien adiestrado?
La razón más común por la que un perro parece no obedecer es porque, aunque nos duela admitirlo, puede que no esté completamente bien adiestrado. Los perros son animales increíblemente detallistas y asocian las órdenes con múltiples señales: el tono de nuestra voz, gestos corporales, movimientos faciales o incluso lo que llevamos en la mano.
Por ejemplo, si enseñamos a un perro a sentarse mostrando un premio, es posible que él interprete que el comando no es «siéntate», sino «mostrar el premio». Por eso, cuando alguien le pide que se siente sin esa señal específica, puede no hacerlo.
Este tipo de confusiones son comunes, pero se solucionan trabajando de forma clara y consistente. El entrenamiento no solo debe centrarse en la voz, sino también en desensibilizar al perro a las señales adicionales que usamos sin darnos cuenta.
Razones emocionales: cuando el perro no puede obedecer
Un perro puede estar perfectamente adiestrado, pero existen momentos en los que su estado emocional o físico le impide obedecer. Aquí algunos ejemplos:
- Estrés o bloqueo emocional: Igual que nosotros podemos quedarnos en blanco durante un examen, un perro puede sentirse incapaz de responder si está nervioso, asustado o demasiado emocionado.
- Confusión: Si usamos señales contradictorias, el perro puede no entender qué esperamos de él. Por ejemplo, cambiar la posición del premio o el tono al dar la orden puede generar confusión.
- Cansancio o dolor: Tal vez tu perro haya trabajado demasiado durante el entrenamiento, esté físicamente agotado o tenga una molestia que le dificulte obedecer.
- Miedo: Ante una amenaza percibida (como la presencia de otro perro que le genera inseguridad), es probable que ignore una orden porque su instinto de supervivencia toma prioridad.
El refuerzo importa (¡y mucho!)
Otro error frecuente es usar un refuerzo que, sin darnos cuenta, desmotiva al perro. Por ejemplo, si cada vez que lo llamas para venir lo atas y lo llevas a casa, el perro puede asociar el comando con el fin del tiempo divertido en el parque. ¿El resultado? Prefiere no acercarse.
Un buen refuerzo debe ser siempre positivo: caricias, premios o incluso volver a soltarlo si es posible. Así, el perro aprenderá que obedecer es algo que siempre vale la pena.
¿Cómo evitar estos problemas?
- Entrena en momentos óptimos: Asegúrate de que tu perro esté relajado y en un estado emocional positivo para aprender.
- Sé consistente: Usa las mismas palabras, gestos y tono para las órdenes, y evita añadir señales involuntarias.
- Respeta sus límites físicos: Observa si muestra signos de cansancio, incomodidad o dolor.
- Refuerza correctamente: Premia a tu perro de forma adecuada para que siempre vea beneficios en obedecer.
- Evalúa el entorno: Si hay estímulos que lo distraen o lo asustan, ajusta las expectativas o trabaja en un ambiente más controlado.
Recuerda: no es que no quiera, es que no puede
Un perro nunca desobedece por simple terquedad o falta de ganas. Detrás de cada «no obedecer» hay una razón que debemos entender: confusión, cansancio, dolor, emociones fuertes o incluso errores humanos en el adiestramiento.
Si crees que tu perro no obedece, reflexiona sobre qué podría estar ocurriendo. Y si conoces a alguien que esté luchando con este problema, compártele esta entrada. ¡Juntos podemos ayudar a más perros y familias a entenderse mejor!
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Porque sí, tu perro es muy bueno, y punto.