Hoy te traigo un tema que, sinceramente, tenía que contar sí o sí. Lo solté ayer en unas historias de Instagram, monté una encuesta y… sorpresa: casi nadie sabía esto. Y pensé: “Madre mía, esto lo tengo que explicar en el podcast”.

Pero venga, al lío.


Tu perro que ladra, tira, muerde o “se porta mal”… no lo hace por fastidiarte

El gran tema del episodio —y de esta entrada— es algo que mucha gente no ve, pero que cambia por completo la forma de convivir con un perro con problemas de comportamiento:

👉 Tu perro lo pasa muchísimo peor que tú. Pero muchísimo.

Sé que cuando vas por la calle con un perro reactivo y empieza a ladrar como si fuera un energúmeno, tú lo pasas mal:
la vergüenza, los tirones, el estrés, el “ay que viene un perro, socorro”.

Pero ese pobre animal… está luchando por su vida en su cabeza.

Su miedo es tan grande que necesita espantar todo lo que se acerca. No es un “me apetece montar el numerito”. Es puro pánico.

Y esto pasa igual con la ansiedad por separación, con los perros que vomitan en el coche por ansiedad (sí, por ansiedad, no por mareo), con los que tiran de la correa hasta casi ahorcarse o con los que se pasan horas rascando una puerta porque no soportan estar solos.

Para ti es un rollo: muebles rotos, paseos incómodos, vecinos quejándose…
Para él es supervivencia emocional.


El gran problema: no detectamos el miedo

Y aquí está el quid del asunto.
La mayoría de familias no ven el miedo, ni el estrés, ni la ansiedad. Solo ven la conducta “fea”:

  • Ladra
  • Tira
  • Rompe cosas
  • Vomita
  • No quiere pasear
  • Parece hiperactivo

Pero detrás de eso hay un perro agotado emocionalmente.

Yo siempre digo lo mismo: “Pobre animal, lo está pasando fatal”. Porque es la verdad. Y cuando en las sesiones lo explico, muchos me dicen: “Ostras… nunca lo había visto así”.

Y ahí les cambia la cara. Literalmente.


¿Y por qué te lo cuento?

Porque cuando entiendes esto… deja de ser un problema de conducta y pasa a ser un problema de bienestar.

Y ahí empieza la magia: la empatía, la motivación y las ganas de ayudar.

Cuando ayudas a tu perro a tener menos miedo, menos ansiedad o menos estrés…
no solo él es más feliz. Tú también. La familia entera respira mejor.


Por eso mi trabajo va de hacer perros felices

Sí, te doy pautas, ejercicios y trucos. Sí, tú eres quien paga.
Pero mi cliente real… es tu perro.

Yo trabajo para él.
Porque cuando él está bien, tú también.

Y eso se nota muchísimo: en la expresión de la cara, en la sonrisa canina, en el cuerpo relajado. Igual que las personas. La cara es el espejo del alma, también en perros.


Si quieres escuchar el episodio entero… dale al play

Aquí abajo tienes el episodio completo.
Ahí te lo explico con ejemplos reales, casos de alumnos, anécdotas y todo lo que no cabe por escrito sin convertir esto en un libro.

Te prometo que te va a hacer ver a tu perro con otros ojos.

Y si conoces a alguien con un perrete con problemas… mándale el episodio. De verdad: puede cambiarle la vida (y la del perro).


Si después de escucharlo quieres empezar a ayudar a tu perro desde ya, te vienes a la academia y vamos paso a paso. No tiene sentido esperar si lo puedes solucionar hoy.

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